jueves, 11 de julio de 2019

ELECCIONES ANTICIPADAS TRAMPAS GRINGAS TRAEN



Quienes abrigamos durante décadas el advenimiento de una revolución jamás nos imaginamos que este proceso se iba a desplegar de la manera como lo tenemos ahora en la realidad. Muchos pensaron (con justa razón) que insistiendo con el foco guerrillero, tomando la Plaza (de la Revolución) y montando un cuadro de combatientes visibles en el gobierno, el mandado estaba hecho; luego vendrían las peleas con el imperio, pero las ganaríamos todas a punta de discursos de nuestros héroes sobre tribunas en donde el pueblo estaría dando vítores a cada instante en favor de tal o cual cosa, sin que la burguesía pudiera hacer nada porque estaría aplastada por el impulso de las masas, donde los adecos y copeyanos desaparecerían como por arte de magia. Muy pocos pensaban que las elecciones serían un espacio social confiable para fortalecer a una revolución. Éste era más o menos el imaginario general que transcurrió desde la década de los años 60 del siglo XX hasta hoy y que recibieron en píldoras las generaciones que han nacido luego. Estas visiones siguen inoculadas en la cabeza de mucha gente.

Pues resulta que no ha sido así. El proceso político que estamos viviendo ha sido inédito. Nada de lo que está aconteciendo lo hemos podido anticipar o hacer parecer a otras experiencias; ha tomado los causes que las circunstancias mismas han desplegado, produciendo aprendizajes diversos en los distintos grupos sociales, difíciles de integrar para consolidar acciones alternativas. Desde el mismo 27 de Febrero de 1989, pasando por el 4 de febrero de 1992 y el 13 de abril de 2002 hasta la cadena de acontecimientos confrontados por el pueblo que somos, por el gobierno del Presidente Nicolás Maduro y por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en los últimos cinco años, no se han podido prever. Lo único previsto en cualquier agenda política de sentido estratégico es la arremetida del imperio capitalista y su fiel cancerbero, el gobierno de los Estados Unidos (EEUU), que comenzó desde el mismo momento en que el comandante Hugo Chávez ganó las elecciones de 1998, pero hasta las ventoleras imperiales con sus trampas sorpresivas han salido de nuevas cartillas.

Sin embargo subsisten conductas y prácticas políticas que en el pasado fueron la voz cantante para mediatizar al pueblo que somos. Hoy que los gobiernos de EEUU y la Unión Europea (UE) estrangulan económicamente a nuestra patria y el pueblo que somos siente el agobio profundo de una política genocida global contra la soberanía y la solvencia económica internacional, en la mesa de negociación de un imperio y sus cipayos que no cesará hasta barrer con todo indico de revolución en Venezuela, está como carta mediatizadora la salida electoral. Luego de una década de acoso interno y externo contra los bienes públicos y particulares, del secuestro de nuestros dineros internacionales, del asesinato y quema de personas, del bloqueo fratricida que nos niega la alimentación y la salud, de la imposición de un monigote politiquero que se asume en una presidencia que jamás existió, entonces la barajita de las elecciones se regodea en los dedos de los agentes imperiales como una burla ante nuestros ojos.

El imperio capitalista nos quiere llevar a unas elecciones inmediatas imponiendo un acoso brutal en todos los sentidos sociales y geopolíticos, no sólo para que obviemos los años que al presidente constitucional Nicolás Maduro Moros le corresponde gobernar por obra del voto popular, sino para borrar de ese mapa, todo cuanto les huela a emancipación, soberanía, independencia y a pueblo. El objetivo de los agentes imperiales es liquidar a sangre y fuego el pasado reciente que ha generado la Revolución Bolivariana en la conciencia popular; los comicios les importan para aniquilar al Consejo Nacional Electoral (CNE), volver a la delincuencia electoral del adequismo que no ha pasado, neutralizar a la FANB e imponer a su monigote, para dar paso a las fuerzas más reaccionarias de la sociedad, anidadas en el podrido corazón de la oligarquía. El llamado roll back hacia la IV República es de punto constante e inmediato en la agenda de los cachorros del Pentágono y de sus cipayos burgueses.

Toda esta estrategia pareciera haberse trasladado a las agendas de algunos políticos que han transitado militancias o simpatías hacia la Revolución Bolivariana. En sus mediáticas colocan mensajes tendientes a remedar los supuestos hastíos sociales planteados por el monigote y sus secuaces (y por un sector del pueblo al que el agobio le obnubila la conciencia), dejando el campo abierto para dejarse ver como candidatos en unas elecciones, nada diferentes a las planteadas por el enemigo histórico, porque... ¿Qué otras elecciones querrían estos señores? De hecho, sus nombres ya comienzan a sonar en las redes, en los comentarios de pasillo de las instituciones cual pre-candidatos adecos y en las organizaciones comunitarias. Sería bueno preguntarse: ¿Es que acaso estos señores lograrían un planteamiento unitario frente a unas elecciones impuestas por los gringos? ¿Querrán realizar unas elecciones secundarias para enfrentar en unas primarias al presidente Nicolás Maduro y luego optar por las elecciones nacionales contra el candidato imperial (¡todo un show!)? ¿Cómo ven el escenario político estos señores? ¿Creerán que si ellos fuesen el candidato, en el supuesto negado que el Presidente Maduro no opte, el pueblo que somos les dará el voto? ¿Qué pasará con la maquinaria del principal partido del Polo Patriótico? ¿No estaremos ante un neo-chiripero electoral que le daría la victoria al candidato del imperio? Este es, con algunas pinceladas nuevas, el típico escenario electoral adeco donde el pueblo que somos no tiene cabida, donde el poder popular será una consigna electorera, sucedánea de los discursos grandilocuentes, de las promesas vaporizadas, carente de provenir, de sustancia orgánica, de política propia. Esta situación no es peor porque la oposición no está en mejores condiciones: ¡Allá ellos!

El escenario natural para una confrontación en democracia es el referendum constitucional (si es que acaso la oposición llegara a reunir las firmas), lo que nos llevaría a cerrar filas aún con más decisión con el Presidente Nicolás Maduro y las organizaciones que lo apoyan. Lo demás es dispersión de fuerzas, oportunismo, egolatrías, clientelismo adeco. Muchos de los precandidatos que ayer eran flamantes chavistas y hoy se dejan colar con insinuaciones pueriles donde las palabras socialismo y revolución no son pronunciadas, creen que serán perdonados por el imperio ante una derrota electoral o que la Casa Blanca y el Pentágono los dejará gobernar democráticamente si llegasen a obtener una victoria electoral; nada de esto. O serán comprados como esclavos o serán perseguidos sin piedad. El imperio contra el cual nos enfrentamos y al cual estamos resistiendo en lo esencial, viene contra nosotros: el pueblo y dimensionando el sueño de una revolución nos encontrará venciendo siempre en resistencia, forjando nuestras propios espacios victoriosos.


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