Tal
vez el filme venezolano más consustanciado con una coyuntura histórica
trascendental sea Amaneció de Golpe
(Azpurua, 1998). Muchos venezolanos y venezolanas debemos reconocer que las
luchas emprendidas antes y desde el 27-F, hacían presagiar escenarios
estupendos que brindarían visiones de historia heroica a la sociedad
venezolana, sin embargo, es difícil imaginar cuán influyentes se vuelven estos
hechos mirados con la lente de la participación de los sectores y las personas
que los planifican y llevan a cabo.
Amaneció de Golpe
dibuja de manera extraordinaria un suceso, al cual se le escogen
particularidades de la cotidianidad que lo hacen un trabajo cinematográfico
relevante. No es nada fácil tomar un acontecimiento social y llevarlo a la
pantalla con resultados conmovedores como lo realizó el equipo dirigido por Carlos
Azpurua. Aprovecharon la idea de una manera tan acertada que fueron hilando una
historia dentro de la historia, para lograr un dibujo bien colocado en el
acontecer de nuestro cine, desde un punto de nuestra historia patria que jamás
se podrá olvidar.
Técnica de telenovela
Una
de las genialidades de Amaneció de Golpe
es la adaptación del guión a la técnica de la telenovela, lo que para el cine
venezolano significa una innovación. Sabemos ya que la telenovela tiene una armadura
secuencial muy atractiva que logra un hilo dramático de efectos emocionales contundentes.
La trama que se teje en torno a Isbelia (Ruddy Rodríguez) y Miguel (Daniel
Lugo) tiene el genial parentesco emocional con la telenovela. La dualidad
amorosa que es rota por un triángulo (en apariencias un cacho trivial) que la misma realidad social torna profundo, cuando
en el cese del tiroteo los personajes dialogan.
Ese mismo
cacho clásico de las telenovelas se traslada a Beatriz (Elizabeth Morales) hija
del adeco Aníbal y Rafael (Yanis Chimaras) militar corrupto encumbrado dentro
de la cuarta república, quien está emparentado con una mujer de más edad que le
plancha el uniforme militar. Y además, ese mismo cacho se vislumbra en la
relación entre Aníbal (Héctor Mayerston) y su mujer (Dalila Colombo) que tiene
como tercer factor del cacho a la corrupción. Son varios anillos de traiciones
amorosas propios de las telenovelas que se develan en un filme de factura
extraordinaria.
¿Qué les pasó a estos tipos?
Algo
les pasó a los hombres de este país. Cuando Isbelia descubre la traición de su
marido, lo primero que le dice es: «Coño Miguel, ¿Qué te pasó?». Esa pregunta
bien puede trasladarse a toda la realidad social planteada. Es una metáfora de
alto vuelo en la trama, que Miguel quiera separarse de Isbelia, justo en el
momento en que se desata la asonada militar. Se había convertido en un tipo
gris, indiferente, fastidiado de todo cuanto le rodeaba, tanto que le reclamaba
a Isbelia por su trabajo como periodista participante de la realidad social. Mientras
Miguel balbuceaba las palabras para decirle a su mujer que se iba de la casa,
Isbelia preparaba un documental acerca del 27-F.
Es
incomprensible cómo Miguel puede cambiar a la bella, inteligente, sensible,
comprometida con la realidad social de Isbelia, por la insípida, oscura,
pálida, echalapendeja, españoleta de Paloma Guerra. Es que hay una interesante
metáfora detrás de este cuadro emocional: Isbelia le pregunta a Miguel, en medio
de un profundo despecho: «Ya sé por quién me cambias. Por la de la piscina, la
española, que tiene los pies de pato». Se trata de una imagen de la realidad
social venezolana, donde la banca española llegaba al país en los años 90 con
su facha de salvadores y los “pies de pato” que significan la representación
del “Rico Mac Pato” (el imperio de USA). Es igual de pertinente que la amante
española se llame “Paloma”, en clara alusión a la imagen popular sexual de lo
que se está dejando meter Miguel (y Venezuela): cambia a su belleza nacional
que vive del esfuerzo, por una española que tiene el dinero fácil (la banca).
Eso fue lo que le pasó a los adecos, siempre cambiaron a Venezuela por el
dinero fácil de los gringos.
Zapato e’ puta
Habría
qué ver libra por libra (hablando en términos boxísticos) si alguna actuación
cinematográfica nacional se iguala a la Héctor Mayerston en Amaneció de Golpe. El adeco Aníbal fue reproducido
con genial histrionismo por Mayerston, como el propio politiquero venal,
superficial, mediocre, envalentonado, machista a quien la asonada militar
encuentra rascao y amanecido producto de una de sus juergas diarias con whisky
18 años. Con extraordinaria visión, este filme nos muestra la decadencia del
patriarcado que se mete a la política para aprovechar los espacios de poder y
corromperse. Un ejercicio de la politiquería local que hoy han mostrado en el
mundo gentes como Berlusconi, Menem, Mubarak.
El
día 21 de mayo de 1993 toma posesión como Presidente provisional de Venezuela
el Dr. Octavio Lepage y pronuncia uno de los discursos más grises y lamentables
que hayan podido producirse en la historia política del país. Se cree que
estaba pasado de tragos cuando inició diciendo que “se había atrevido a cambiar
la profesión de abogado por la de político” en una demostración de su visión
fragmentada de la realidad. Afortunadamente la doctora Lolita Aniyar de Castro
le sucedió en el derecho de palabra para demostrar con creces toda la dignidad que
le faltó a este vencido politiquero. Cuando mirábamos al personaje Aníbal, no
podíamos más que recordar a este lamentable Lepage que en mala hora ocupó la
presidencia de Venezuela por 30 días.
El
diálogo de Aníbal con su mujer (Dalila Colombo) es una pieza magistral de
denuncia de la situación social en Venezuela. Con actuaciones supremas, ambos
se tranzan en la visión de la familia adeca que guarda profundos resentimientos
por sus actuaciones frente al poder desde la corrupción. En total subestimación
de su mujer, Aníbal defiende su actuación política, pero se ve avasallado por
las visiones de ella quien le espeta hasta su amistad con Fidel Castro (en
alusión a la coronación de CAP). Un adeco acomodado que vivía cerca de la casa
presidencial es derrotado por los argumentos de su mujer, quien presenció cómo
la corrupción lo volvió un pobre hombre.
Cuando
Anibal entra a la casa de Patricio, un vecino agente encubierto de los gringos,
mira un zapato de mujer en el recibidor y exclama: «Zapato e’ puta»,
demostrando la visión que siempre tuvieron los adecos de la mujer y de
Venezuela y refrendando aquel verso de Alí Primera: «En ves de darle cariño lo
que hacen es manosearla.» Genio el mostrado en el filme Amaneció de Golpe donde hombres y mujeres emergentes emergieron de
un sector militar de la
República para desplazar a quienes habían vendido la dignidad
por fastidio, por corrupción o por la indignidad en sí misma.
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