viernes, 30 de diciembre de 2016

MANOS AL REFUGIO



“Una mano lava la otra y las dos lavan la cara”
Dicho popular

El ser humano alcanzo la magia de la técnica y el milagro de la tecnología cuando constituyó sus manos. Aquel ser primigenio seguramente inició su autoaprendizaje siendo mujer y luego logró al hombre en el forjamiento de la aotoorganización de la vida, entre la oscilación experiencial de todas las especies juntas para ser ameba luchadora de su néctar, liquen pintor de las primeras hojas, hormiga maestra del esfuerzo increíble, ave pedagoga del andar por el aire para esculpir nubes y prefigurar sueños, pez escritor de la historia del origen del universo en los en los archivadores párrafos del agua, reptil detector de las palpitaciones de la tierra, batracio héroe de la ambigüedad y del canto sagrado del tiempo, hasta amantar del seno lácteo de las constelaciones, de la teta proveedora de la tierra, de las infinitas ubres de la existencia la posibilidad de un cuerpo –visto por la hermana mona entre sus brazos- y de allí las manos, su recuerdo de cuando fue árbol; las manos, sus maestras más fieles; las manos juntas –cuenco, mazo, tenazas, mensajes actrices, flores, pinceles, caricias, energía, placer, anuncios- imbatibles sus manos, nuestras manos, imperecedero refugio.

Reprimir las peligrosas manos

Ya desde los inicios de la división del trabajo, las manos son objeto de persecución y castigo. Son ellas la hacedoras naturales y el símbolo de la transformación de la realidad. Con las manos se escribieron los primeros jeroglíficos, se llevaron a cabo las primeras tareas laboriosas, se construyeron las incipientes herramientas para aproximarse a la técnica y las necesarias armas para defenderse de la adversidad. Sin embargo, desde los primeros códigos se establecen graves y abominables sanciones contra quienes transgredían los acuerdos dominantes de la propiedad y las gentes poderosas. Fue común la amputación de los dedos o de las manos completas cuando la falta era considerada más grave. Quienes imponían este indescriptible castigo sabían que la víctima perdía voluntad sobre su realidad o era lesionado en el abrigo energético esencial e imborrable para la continuidad de su vida, pues tiene analogía con la rotura de un espejo.

Un ejemplo de utilización de la imagen de las manos como visualización del castigo para el dominio y el triunfo, lo constituyó el acto de cercenar las manos al cadáver del Che Guevara. Con ese abominable acto, la CIA quiso representar el triunfo del capitalismo sobre símbolos que supo construir el guerrillero heroico para ser utilizó en las luchas de los pueblo. La escritura política, la sanación activa, el trabajo voluntario, la lúdica en el discurso oral, el arma bélica por la libertad, la energía impulsora de acciones, el espejo para el rostro de los pobres, la revolución permanente, el abrigo universal y otros tanto que representaron las manos del Che, se pusieron en tela de juicio cuando los esbirros del imperio las separaron de su cuerpo. Afortunadamente el mundo revolucionario negoció a la ignominia aquellas manos heroicas por una copia del diario de Bolivia. Además, una foto fractálica del Alberto Korda sintetizó la integralidad imperecedera del comandante amigo para la eternidad.

El aula de clases también ha torturado

Ha sido común la utilización de la palmeta como arma represiva para agredir las manos de niños, niñas y adolescentes. Un sector autoritario de la escuela venezolana, hasta entrada la década de los años 70 del siglo XX, aún legitimaba el maltrato (sobre todo de las manos) con este despreciable instrumento sobre el cuerpo de la infancia. Por lo general se trataba de una regla de madera (a veces de metal) utilizada en paz para medir superficies y volúmenes, pero que cobra un terrible efecto represivo y de tortura cuando era utilizado, por no pocos maestros, sobre las palmas de las manos del estudiante.

Las minuciosas escalas milimétricas dibujadas sobre la palmeta representaron un genuino símbolo del positivismo instrumental que todo lo pretende imponer en mediciones y comprobaciones por vías reduccionistas, aplicadas para sacar lágrimas y subordinación a fuerza de golpes. Además, contribuyó al mecánico –y a veces inútil- aprendizaje memorístico, cuando se utilizó para reprimir en los niños y niñas la natura, útil y legítima posibilidad matemática de contar con los dedos de las manos. Esta pudiera significar la acción más criminal que la escuela autoritaria ha cometido contra la pedagogía y el aprendizaje de las matemáticas.

El refugio de las manos

Muchas mujeres reivindican a diario la significación de las manos como esencial abrigo humano, cuando dedican un tiempo a su cuidado y embellecimiento estético. Uno las ve en el Metro y hasta en los yises de ruta troncal, aplicando sobre sus uñas, con maestría  de Picasso, el colorido óleo de la vida. Tambien el arte de la quiromancia ofrece un trascendental uso de las manos para construir perennidad y augurios.

Hoy la escuela se reivindica con el refugio de las manos a través de la promoción del arte y del trabajo en los proyectos de aprendizaje; también en el ejercicio del derecho de niños, niñas y adolescentes a contar con los dedos, a hacer sombras chinescas frente al aburrimiento, a jugar metras, a tocarse cualquier parte del cuerpo sin lesionar el buen gusto y el sentido común, a tomar otra mano para la solidaridad o la amistad, a rasgar las cuatro cuerdas de la pequeña guitarra venezolana llamada cuatro, a comunicarse con las personas discapacitadas del oído, a acariciar el mundo con todo el amor posible. La manos humanas son el papagayo capaz de abrigar el universo.

Intercambio de manos

¿Es feliz y práctico comprar el regalo hecho y además saber su precio? Maestras de escuelas imaginan en sus aulas el origen de los regalos intercambiados por sus estudiantes en diciembre. “Éste lo compraron en tal almacén, éste en tal tienda y éste en tal centro comercial”, suelen decirse.
¡Cuidado, maestras! Algún estudiante puede presentarse al intercambio con un regalo no comprado, con un regalo construido con sus propias manos. No las sorprendan su creatividad, su belleza y su desprendimiento.

La mano de Rilke

El poeta moría. Victima del tifus, moría el poeta al poner sus manos al servicio de la galantería, del merecimiento de la mujer a recibir una rosa junto a unas metáforas que halagaran su ser profundo, su belleza, su paso sensual por el mundo.

El agujón de una rosa se clavó en el pulgar del poeta, cuando pidió permiso a la eternidad y arrancó del jardín su belleza para unirla a la femineidad. Y en su muerte estaba la vida de sus manos, ofreciéndose con profunda poesía al sagrado riesgo de la sencillez.


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