Tin soldiers and Nixon's comin'.
We're finally on our own.
This summer I hear the drummin'.
Four dead in Ohio.
Crosby Still Nash y YoungWe're finally on our own.
This summer I hear the drummin'.
Four dead in Ohio.
Hasta la década de los años 60 del siglo XX, el único símbolo
válido para los jóvenes era la inmolación en la guerra. Tal como lo plantea
Peter Weir en el filme Gallipoli
(1981), por encima de cualquier meta posible, ofrendar la vida en cualquier
conflicto bélico estaba en el imaginario de la juventud con una fuerza impetuosa.
El fin de los horrores provocados por la llamada segunda guerra mundial (1945),
producen una honda reflexión en las sociedades. El Plan Marshall no se impuso a
los pueblos de Europa sin que las masas de gentes hambrientas y desempleadas, se
disputaran en las calles el derecho a decidir su destino y la instauración gringa
costó no pocas vidas en inmensas manifestaciones que fueron reprimidas a
balazos. Durante la llamada posguerra (década de los años cincuenta) se preparó
el escenario para que los jóvenes abrieran los ojos con inmensidad de cielo,
tal como lo muestra Pink Floyd en su genial filme La Pared
(Alan Parker, 1982) y emergieran a la calle de los años sesenta para reclamar
el mundo que se les iba entre los dedos.
Estados Unidos no escaparía a esta oleada de despertares mundial.
Una reacción en cadena se precipitó sobre el mundo, luego del triunfo de la
revolución cubana (1959) y la insurgencia del liderazgo mundial del Che
Guevara. Jóvenes negros a la escucha de voces como Martín Luther King, Malcom
X, Angela Davis, Aisha Mohammed`s deciden inflamar la calle con sus milenarios
gritos de libertad. El movimiento hippie toma las calles desde California con
sus planteamientos en contra de la guerra y del establishment. Un gigantesco
movimiento contracultural se escucha desde La Sorbona en París, desde
las calles de Checoslovaquia y producen el siempre recordado Mayo Francés y la
increíble Primavera de Praga que hacen llegar fuertes ecos de reforma a las
Universidades gringas, mientras en esa Francia flameante de libertad se filma
la película Lejos de Vietnam
(Resnais, Ivens, Klein, Lelouch, Varda, 1968) que también abrió los ojos del
mundo. Con la muerte de Martín Luther King, los hermanos Kennedy y Malcom X se
llenan las calles de USA de jóvenes enfrentando a la fuerza armada. Nadie ponía
en duda que una revolución se levantaba allí. El legendario líder vietnamita Ho
Chi Ming llegó a decir que el principal aliado del pueblo vietnamita para el
fin de la guerra era el propio pueblo norteamericano y no se equivocó. Necesitaba
USA un filme que tergiversara el sentido de las luchas habidas en su propio
patio y allí la Metro Goldwind
Mayer produjo Las Fresas de la
Amargura (Stuart Hagmann 1970).
LA REBELION DE LOS TONTOS
La nada tonta juventud estadounidense es dibujada en Las Fresas de
la Amargura
como una juventud “seso hueco”. Mientras buena parte de esa juventud estaba
perdiendo sus mejores años en la guerra de Vietnam bajo el legado de la
libertad occidental, la otra parte se incorporaba a la calle con expectativa,
frente a una inmensa protesta estudiantil contra una guerra cruel e injusta. El
despertar de una conciencia era evidente, por ello había la necesidad de
aparecer a la juventud estadounidense como tonta, irresponsable, ligera, sin
objetivos.
El joven protagonista (Bruce Davidson) es miembro del equipo de
remo de su universidad y se vincula al movimiento estudiantil de protesta por
curiosidad. No hay vínculos políticos claros en este sentido. Escucha los
discursos callejeros de los aparentes líderes y siente de repente que debe
aproximarse, pero nunca se observa una reflexión de todo lo que ve ni un
sentido de pertenencia política hacia lo que encuentra, sólo expresa (o espeta)
en algún momento un vocerío díscolo a la secretaria del decano, quien lo
escucha con ojos de estupor. Tiene un afiche de Jhon F. Kennedy en su
habitación que de buenas a primeras cambia por uno del Che Guevara. Como los
estudiantes han tomado la
Universidad , duermen todas y todos apilados en una sala del
recinto y esto le parece formidable porque no hay líderes que dirijan (se lo
cuenta a su compañero de cuarto): es una muestra de aparente (desordenada) unidad. Pareciera que, en cualquier momento,
nuestro personaje se hubiera desvinculado de toda esta “loquera” si no llega a
conocer a la chama bonita de la película (Kim Darby) virginal, con carita de
muñequita rosada, motolita, tiernita ella, lenta frente a todo el avasallante
ruido estudiantil. Ambos asisten a un robo preparado por el dueño del
supermercado para cobrar el seguro (la protesta estudiantil es rentable, por
ello es aceptada) y llegan luego con los enceres para la Huelga , como una pareja de
novios que regresa de compras. Luego van a una videoteca para embelezarse con
las canciones de los sesenta … ¡Qué chévere hacen la revolución los jóvenes
gringos!
COMO SE DISEÑA UNA IRRESPONSABILIDAD FALSA
Mientras una chica de ocasión le practica la felación a nuestro
personaje, delante del afiche del Che Guevara, al momento que un lote de
propaganda está saliendo de un multígrafo, suena la melodía The Loner (El solitario) de Crosby Still
Nash y Young cuya letra nos cuenta cómo el líder (el Che Guevara y nuestro
protagonista) está solo. Solo frente a los acontecimientos, a la historia, a su
vida. Una soledad completamente falsa que tiene como finalidad hacernos creer
que esos líderes son sólo afiches seguidos por estudiantes tontos. Esto nos
demuestra cómo a través de Hollywood se levanta una imagen irresponsable del
movimiento estudiantil estadounidense, una imagen falsa porque una lucha
estudiantil que logró desenmascarar los horrores de una guerra no pudo haber
sido irresponsable; quizás sea ésta la gran ocasión en que los jóvenes de USA
se pararon firmes frente a su historia.
No es nada casual que se utilice en toda la
película canciones que fueron emblemas de las juventudes del mundo en la década
de los años sesenta. Tampoco es casual que la canción Something in the aire (Algo en el aire) de Thunderclap Newman
(Nuevo hombre trueno) realizada especialmente para la película y que habla de
la revolución que está llegando, sea acompañada por imágenes de casas, puentes
y edificios; todas las estructuras rígidas que esa revolución no podrá derribar.
Es por ello que al final, estos jóvenes irresponsables y tontos cantan Give Peace so Chance (Un chance a la
paz) mientras entran la policía y la guardia nacional al alma mater y los muelen a palos. Afuera del recinto, unas mujeres
que comparan su época estudiantil con estos sucesos, dejan inferir que ellos se
lo buscaron, mientras nuestro protagonista, al ver que a su chama la están
apaleando, se desata de los policías, cual Superman, para caer en cámara lenta sobre
todo el tumulto. Esos cinco minutos hicieron que jóvenes en muchas partes del
mundo hicieran catarsis social enfrentándose a la policía al salir del cine.
Luego de varias escaramuzas se fueron a tomar Coca Cola.
Falta comentar lo de la lesión en la cara del protagonista y que dice despues que fueron los "pigs"
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